Óleo sobre lienzo
Medidas: 130 x 97 cm
Año: 2020
La escena está basada en las crónicas de la comunidad:
El 29 de julio de 1939 la vizcondesa de Termens trajo hasta
Berja a Madre Trinidad, acompañada de tres monjas más,
“para que se convenciera in situ de que no merecía
la pena volviesen las monjas, pues allí ya no quedaba nada, y pensar rehacer de cero el convento en aquel sitio y en la posguerra resultaría muy difícil.
Llegó la madre
Trinidad al santuario de Gádor en Berja, comprobó los grandes desperfectos, subió al camarín, que estaba sucio y vacío, oró en este lugar donde tantas veces había rezado a la Virgen de Gádor y al
bajar tenía tomada una decisión: volverían sus hijas a vivir en el santuario cuidando de la Virgen y rezando por sus hijos, en especial por los que la había profanado”
.
La fundadora contaba así cómo tomó la
decisión:
“Al fin nuestra Madre dulcísima parece quiere
hallarnos en su compañía para desagraviarle y expiar los crímenes y sacrilegios cometidos en su santuario. Ella se dignó hacerlo sentir a este corazoncillo miserable la primera vez que entré en su
santuario destruido y su camarín desierto… ¡Qué dolor y qué consuelo sintió mi alma en aquellos momentos que parecía haberse trasladado el cielo a aquel rinconcito de gloria!”
.
La imagen de la Santísima Virgen de Gádor aparece
ataviada con la vestimenta más antigua que posee: el manto rojo donado por el diputado don José de Aldaba Ayala Ugartebidea en 1860, y una saya del siglo XIX. La elección de esta indumentaria no ha
sido casual, sino que se ha buscado que fuesen prendas anteriores a la Guerra Civil.